viernes, 8 de febrero de 2013
"Antes de Watchmen: Minutemen nº 3" por Darwyn Cooke
La tercera entrega de "Antes de Watchmen: Minutemen" se centra de manera especial en el personaje de Silueta, la única del grupo que junto a Hollis Mason aka Búho Nocturno y Polilla parecen dedicarse a perseguir el crimen, como vimos en el número anterior. De nuevo comienza la historia en 1962, un Hollis Mason retirado recibe la visita en su taller de automóviles de un desconocido que dice ser amigo de Nelson, la identidad civil del Capitán Metrópolis, advirtiéndole que éste no ve con buenos ojos las intimidades que cuenta en su novela "Bajo la capucha". Un flashback nos lleva de vuelta a los años 40, la era dorada de los Minutemen, y el momento en el que deciden expulsar al Comediante por su conducta violenta y la agresión cometida hacia Sally, además de su posterior reclutamiento por parte del FBI. También vemos la tensa discusión entre Espectro de Seda y Silueta sobre la orientación sexual de ésta en la sesión fotográfica que acaba con Sally pidiéndo a Larry que sea despedida. Y para finalizar, la mejor secuencia del comic, el encuentro de Hollis y Ursula en sus identidades civiles, donde Mason deja entrever sus sentimientos por la jóven, y la posterior irrupción de Silueta en un club privado. Allí tiene lugar la proyección de una cinta de pornografía infantil para gente selecta, quedando Silueta mal parada durante la acción, recibiendo ayuda de Hollis. La huella de Darwyn Cooke se deja notar en esta historia de los Minutemen, llenando los huecos que dejó Alan Moore en "Watchmen". La composición de página se complementa con la aparición de viñetas circulares con un estilo a lo "Golden Age", en la que vemos como se percibían por el público en general las acciones de los Minutemen en contraste con lo que sucedía en realidad. La secuencia de Silueta entrando en el club privado está narrada con maestría, mezclando la acción llevada a cabo con el delirio de nuestra heroína del que no haremos más mención para descubrirlo por cuenta vuestra. Hay que quitarse el sombrero ante Cooke.
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