Recibimos
la noticia del fallecimiento de Carlos Díez, ilustrador, fundador y
profesor de la Academia C10, por medio de José Arce.
Carlos Díez (1966-2016)
Carlos Díez, profesor, ilustrador,
creador, maestro, inspirador, autor total, nos ha dejado a la temprana
edad de 49 años a consecuencia de una enfermedad que se lo ha llevado
antes de tiempo pero sin conseguir robarle ni un ápice de la entereza,
ilusión, amor por los suyos y por su trabajo que le han caracterizado a
lo largo de su vida. Un día triste para la viñeta y la cultura nacional
que marca la pérdida de un espíritu incansable a la hora de extender su
forma de hacer y entender el Arte mayúsculo.
Nacido en
1966, Díez se vio rápidamente fascinado por el dibujo y la figura
femenina; dos pilares iniciáticos fundamentales de su evolución
profesional y personal que le llevarían con paso firme a su gran
dedicación e impulso motor, a su gran proyecto vital: la docencia, la
formación, la capacidad de hacer crecer a otros como él lo hizo y darles
la oportunidad de lanzar al mundo sus talentos y sensibilidades. Así,
este dominador de todas las técnicas de ilustración imaginables, del
acrílico a la acuarela pasando por la plumilla o las técnicas mixtas
-por no hablar de su maestría con el aerógrafo-, se hizo un nombre en
las principales cabeceras internacionales para madurar en su ideal,
materializado en el nacimiento de Academia C10 en 1995.
«Creo
que estoy en el paraíso del artista, libre de ataduras y
condicionamientos, para dar rienda suelta a mi creatividad. Creo que
cada día me siento tan feliz como aquel en el que acabé mi primer
dibujo. He luchado por ello y lo he conseguido». Con estas palabras
respondía a la pregunta de una alumna del Colegio Virgen de la
Milagrosa, que Carlos Díez visitaba el pasado mes de febrero.
Efectivamente, un paraíso de artistas en el que liberar la creatividad:
eso es Academia C10, uno de los centros docentes más respetados de
Madrid y punto de referencia y lanzadera de tantos y tantos que, como
él, han encontrado en los pinceles su manera de conectar con el mundo y
regalarle maravillas y fantasías tan sólo soñadas por la mayoría.
Constancia y perseverancia son los valores que han impulsado el
sacrificio y el esfuerzo de un profesional enamorado de su vocación
tanto como de los suyos, enamorado de la posibilidad de utilizar su
propio espacio vital, su propia vida incluso, como anclaje de una
plataforma de lanzamiento de talentos -como se refería a la Academia que
lleva su nombre- que hará que su recuerdo sea aún más eterno. Carlos
Díez, el artista total, el Hombre C10, se va dejando un ingente legado
que mira hacia el futuro con claridad, con lucidez, al igual que él
miraba la vida. Vitruvio moderno, faro de muchos, profesional incansable
e inquieto, excepcional ser humano para quienes le tenían más cerca y para todos en general. Carlos Díez, como los grandes, siempre estará vivo en su obra.
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