Una nueva historia autoconclusiva es la que nos hace llegar el tandem formado por Ed Brubaker y Sean Phillips, "Las casas de los impíos", publicada por Norma Editorial en España y por Image originalmente, con Houses Of The Unholy USA. Natalie Burns se dedica a rescatar personas que han sido abducidas por alguna secta, y en uno de sus casos es detenida por la Policía. El agente West del FBI la libera ya que tiene que colaborar con él en un caso de asesinato. Natalie estuvo involucrada cuando era niña con unos compañeros de colegio en un caso que llamaron "Los seis de Satán", en el que junto con sus compañeros testificaron contra sus profesores de ser forzados a participar en rituales satánicos. Pero todo aquello no existió, eran niños repitiendo fantasías aunque poco después se demostró que no era cierto, por lo que esos niños fueron objeto de burlas durante el resto de su vida. Ahora, treinta años después, varios de los integrantes del grupo han sido asesinados, por lo que West necesita a Natalie para descubrir el paradero de los que quedan vivos. Cuando visitan a una de sus compañeras de clase, Natalie descubre que no es quien dice ser y son apresados en el sótano. Cuando logran escapar siguen rastreando el caso y van en busca del hermano de Natalie, que puede darles alguna pista ya que está conectado por Internet a grupos que siguen el caso de "Los seis de Satán". Mientras descansan en un motel, West es secuestrado por alguien que vuelve del pasado de Natalie.
Sabemos de la afición de Ed Brubaker por el Satanic Panic de los años 80, unos casos de abusos a niños mediante rituales satánicos en Estados Unidos, de ahí su inspiración para "Las casas de los impíos". La historia está bien narrada, saltando del presente al pasado con unos flashbacks en los que se nos facilita la información sobre "Los seis de Satán" y toda la trama urdida por unos niños que mintieron en sus declaraciones. A pesar de toda la información que aportan dichos flashbacks, se hace un tanto redundante al frenar la narración de la historia situada en el presente, más interesante por sus giros de guión hasta llegar al tramo final, que deja un poso amargo con el desenlace, abrupto y precipitado, abierto a la interpretación del lector. Por parte de Sean Phillips, no decepciona con su arte, y eso supone gran parte del éxito del comic además de la colaboración al color de Jacob Phillips, separando las escenas del pasado en tonos rojizos y el resto en azules y violeta en las escenas nocturnas, y verdes grisáceos en las diurnas. Parece que la formula de Brubaker de unir el género negro con terror no ha dado los frutos esperados en esta ocasión, una obra menor dentro de la bibliografía de los autores. Por cierto, Norma Editorial ha dejado una viñeta por traducir, en el capítulo titulado "Satán el grande", página 3, viñeta 2. Ya que pagamos, exijamos nuestros derechos.
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