Recuperando obras del sello Vertigo por parte de ECC en nuestro país, le llega ahora el turno en DC Black Label a "La chica que quería ser Muerte", publicada originalmente como The Girl Who Would be Death 1-4 USA. En Nueva Orleans, Plath, la propietaria de un club, se hace con un ejemplar de el "Grimorio de Magdalene", conseguido por Ashaira, un tipo que trabaja obteniendo objetos místicos pero peligrosos. Como ha pagado más de lo acordado, Ashaira exige a la amante de Plath, Evangeline, pasar una hora a solas con ella, algo a lo que accede para tener el libro. Plath va a invocar a Muerte con el grimorio para devolver a la vida a un amigo, Billy, pero descubre en el interior de una cartera de piel que lleva Ashaira un ankh, el sello de Muerte, que al tocarlo Plath, esta ha dejado de respirar y se ha parado su corazón. La muerte de Billy ocurrió cuando solicitaron ser aceptados con Plath y Evangeline en la Compañía de los Necrófagos, y en el ritual acabaron con la vida de Billy. Desde ese momento Plath ha querido resucitar a Billy y ahora es su oportunidad. Pero el cliente a quien iba destinado el ankh, Eblis O´Shaughnessy, ha llegado a Nueva Orleans para hacerse con el objeto, mientras Plath va sufriendo una transformación que le está robando su vida y Billy se aparece ante Evangeline pidiendo que destruya el libro.
Pensado como un spin-off de Sandman con el personaje de Muerte, tan solo aparece en el título la hermana de Sueño, aunque está basado en ella. Caitlin R. Kiernan escribe una historia de terror en la que prevalece lo sobrenatural, con Plath intentando lo mismo que hizo Roderick Burgess en Sandman, y este ankh que aparece en la historia probablemente sea el que le roban a Muerte en "El alto coste de la vida". Describe con los textos de apoyo el punto de vista de Evangeline, con una narración que se puede disfrutar aunque está alejado de lo que hizo Neil Gaiman en la serie original. En el apartado gráfico, Dean Ormston hace un gran trabajo con un dibujo sencillo pero con mucho detalle, entre Mike Mignola y Kevin O´Neill, acorde con la atmósfera de la obra, oscureciendose a medida que avanzamos en sus páginas. El coloreado corre a cargo de Sherilyn Van Valkenburgh, una habitual del sello Vertigo en sus comienzos, que aporta una excelente paleta de colores.
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