Segundo número de la colección "All-Star Batman: Renacimiento" publicada por ECC en España, en el que incluye material de All-Star Batman #1-2 USA como el complemento que no apareció en el anterior número. El viaje de Batman para llevar a Dos Caras a un lugar del que no sabemos su paradero continúa, esta vez sobre un tren de mercancías donde se enfrenta a varios enemigos, uno tras otro, que quieren ver muerto al Hombre Murciélago y así cobrar la recompensa ofrecida por Dent. En la Batcueva, Alfred y Duke hacen un descubrimiento que puede poner en peligro la vida de Batman. Mientras tanto, el Pingüino, Máscara Negra y Gran Tiburón Blanco visitan a un personaje al que contratan para matar a Batman, con la condición de limpiar los estropicios. La escena inicial y final la protagonizan Gordon y Bullock, desplazándose a la Mansión Wayne donde realizan un registro con un hallazgo sorprendente que acaba en cliffhanger.
En este número Snyder mantiene la estructura de saltar adelante y atrás en el tiempo, aunque la narración aquí es más fluida. Pero si al final del primer número Batman y Dent seguían su camino en un camión, aquí comienza en un tren de mercancías, saltando de nuevo y dejando en el aire al villano que aparecía en la última página de aquel número, suponiendo que se verá más adelante en otro salto temporal. El dibujo de Romita Jr. mantiene el nivel a pesar de que en algunas viñetas las proporciones de los personajes no son las correctas.
El complemento recoge el publicado en el número anterior y en este segundo, con Batman entrenando a Duke con un método que Alfred llama "La rueda maldita", y por la que han pasado todos sus anteriores compañeros. Mientras tanto se ocupan de un caso en el que se halla envuelto Zsasz como principal sospechoso. Snyder sigue al frente del guión, en una historia violenta donde incluye elementos como lo sucedido con los padres de Duke y el Batman distante que entrena a su pupilo. Declan Shalvey tiene un estilo particular de dibujo, nada que llame la atención realmente, excepto por el coloreado de Jordie Bellaire, muy vivo.
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